Con el calor y el verano llegan momentos de disfrutar más de las salidas con nuestros compañeros peludos, pero ojo, pueden ocasionar que volvamos a casa con algún compañero que no deseamos, las pulgas.
Con el calor y el verano llegan momentos de disfrutar más de las salidas con nuestros compañeros peludos, dando largas caminatas, ya sea por el monte, la playa, el campo o la ciudad. El buen tiempo y el calor junto a unos días más largos nos permiten disfrutar de nuestro compañero peludo en el exterior, viendo cómo disfruta de la naturaleza.
Pero acompañando a estas situaciones idílicas que todos nos imaginamos y conocemos, también sabemos del riesgo que conlleva. Estas salidas pueden ocasionar que volvamos a casa con algún compañero que no deseamos, las pulgas.
En época de calor, los insectos parasitarios como pulgas o garrapatas, de los que ya os hemos hablado en nuestra anterior entrada de este blog, es cuando se muestran más activos.
Vamos a conocer un poco más sobre este parásito, para poder reconocer mejor su forma de actuar, síntomas que podamos detectar y cómo combatirlo de la mejor manera posible.
Denominados científicamente sifonápteros (Siphonaptera) son unos pequeños insectos ápteros, parásitos externos hematófagos, invertebrados de entre 1,5 y 3,3 mm de largo, que carecen de alas, pero que pueden realizar grandes saltos, gracias a que en sus articulaciones poseen resortes de resilina, la proteína más elástica, igual que los saltamontes o langostas.
El cuerpo de la pulga es pequeño, pulido, de color oscuro y adaptado a la movilidad entre los pelos del animal al que se adhieren. El tener un cuerpo duro le permite soportar grandes presiones, como adaptación para no ser expulsados mediante el rascado.
Se alimenta de la sangre del huésped, a través de un mecanismo bucal adaptado. Además, segregan una saliva, del mismo modo que por ejemplo los mosquitos, que evitan la coagulación de la sangre, pudiendo así alimentarse continuamente. Suelen ingerir entre 10 y veces el volumen de su estómago.
El ciclo biológico de una pulga pasa de las dos semanas hasta los 6 meses. Pueden poner hasta 50 huevos diarios.
Estos parásitos por norma general no suelen ser peligrosos, más allá de una simple irritación allí donde se han alimentado, pero en el caso de cualquier animal se vea infestado por esos insectos, pueden provocar enfermedades severas como zoonosis o anemia.
En ciertos casos se ha comprobado que también se puede sufrir una reacción alérgica a su picadura, que el caso del ser humano no sería peligrosa, ya que el momento de sentir la picadura, la reacción sería inmediata y se produciría en la dermatitis, no llegando a órganos vitales.
Existen casos documentados, en los que perros abandonados o en situaciones de abandono, acaban completamente infestados, unido a la desnutrición de estas criaturas, llegan a provocar la muerte.
La forma más rápida de saber si nuestro compañero tiene pulgas, es en primer lugar la observación.
Enseguida podemos detectar, por su comportamiento, si hay algún parásito en su cuerpo. Si observamos que se rasca mucho una zona en particular, o intenta morder esa zona, es posible que tenga alguno de estos indeseables insectos intentando alimentarse de él.
Una buena exploración de la zona donde se está rascando puede hacernos salir de dudas. De todos modos, es recomendable revisar otras zonas de su cuerpo para poder verificar que, efectivamente no tiene ninguna, y evitar su reproducción.
Las zonas donde más se suelen “agarrar” estos parásitos son las orejas, el cuello, el abdomen y el final de la espalda. En el momento que detectemos una en el cuerpo de nuestro compañero, es básico revisar bien por el resto del pelaje, a contrapelo, ya que, como hemos comentado antes, su volumen de reproducción es muy alto y es fácil que encontremos más.
Cuando una pulga se adhiere a nuestro compañero, en 24-48 horas, comenzará la puesta de huevos, que pasará a ser una larva, luego una pupa y al final una nueva pulga adulta.
La prevención es la mejor manera de evitar que nuestros compañeros peludos acaben llevándose un pasajero no deseado.
Podemos tratarlo de varias maneras:
De esta forma podemos evitar la mayoría de los contagios, pero no son seguros al 100%, por lo que es recomendable repasar su pelaje a menudo.
También solicitando una revisión con nuestro veterinario, puede indicarnos un plan preventivo, y así evitaremos tanto parásitos externos, como internos, protegiendo de la mejor manera a nuestros compañeros.
En estos casos, seguir el calendario de desparasitación es fundamental.
Ahora que nuestro compañero ya no tiene pulgas, lo hemos verificado, y lo hemos protegido para evitar que vuelva a ocurrir en el futuro, nos queda una de las partes más importantes: desparasitar el ambiente.
Cuando una pulga pone sus huevos en un animal, muchos de ellos acaban cayendo al suelo, eclosionando y continuando con su ciclo vital igual que si estuviera adherido a un animal, eso sí, esperando a que pase otro ser vivo para poder saltar sobre, con esa gran capacidad que tienen, pudiendo llegar a recorrer una distancia de 200 veces su cuerpo.
Por eso es fácil que los compañeros de nuestros perros lleguemos a sufrir también sus picaduras, que podremos reconocer de una forma más fácil, al no tener tanto pelo, y detectar el patrón de picaduras que surgen al moverse por nuestra piel. Son pequeñas picaduras que van dejando cada dos o tres centímetros, que provocan gran picor.
Normalmente los huevos se adquieren a superficies como los sofás, las alfombras, los cojines, cortinas, por eso, una buena limpieza y desinfección de estas zonas, pueden acabar con las pulgas y su incómoda presencia.
Como ya te hemos comentado, el verano es una época donde suele proliferar este tipo de insecto, pero las bajas temperaturas del invierno no quitan de su presencia, ya que es un parásito muy resistente, además de caer en un estado de latencia durante incluso meses.
De ahí que la prevención y el control de los que ya hemos hablado sean fundamentales para evitar que ni nuestros compañeros ni nosotros suframos de sus picaduras.
Ahora que ya conoces más sobre ellas, sabrás mejor como atacarlas. Aun así todo aquel que conviva con un animal peludo, ya sean gatos o perros, en algún momento ha sufrido este tipo de situaciones por lo que seguro que ya sabes la mejor forma de actuar en tu caso.
Si viajas con tu compañero, revisa antes del viaje que no tenga ninguno de estos parásitos, evitando así que otros animales puedan resultar afectados. Asegúrate que el alojamiento del lugar que eliges como destino, se encuentra perfectamente desparasitado, evitando así cualquier contacto con el parásito.
En los hoteles que te proponemos para tus vacaciones podemos asegurar que están libres de parásitos, pudiendo elegir con tranquilidad entre todos ellos.
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